viernes, 24 de septiembre de 2010

viernes, 20 de agosto de 2010

todos opinamos


Universitarios opinan acerca de la aprobación de la Suprema Corte de Justicia para que las parejas homosexuales puedan casarse y adoptar hijos.

martes, 9 de marzo de 2010














La sala de urgencias de un Hospital es un extraño lugar para hacer amigos, sin embargo ahí se conocieron Víctor, Sergio y Alejandro. Víctor llevaba ya dos días en el Hospital de Traumatología de Magdalena de las Salinas. Tenía las piernas vendadas, un dedo roto y la cara llena de raspones. Iba en moto con un amigo y ninguno de los dos llevaba casco. “Andábamos por la caseta de Puebla, mi amigo me dijo que acelerara, tuve un mal presentimiento pero aceleré. De pronto no supe nada más. No vi nada. Llegó la ambulancia y me subieron a la camilla. Me dicen que mi amigo está bien y yo les pregunto por la moto porque era prestada.” En abril Víctor cumplirá 19 años.

Sergio, de 22, regresaba a su casa en Ecatepec cuando un sujeto lo encañonó y le quitó su celular. Cuando se volteó escuchó un disparo y cayó al suelo. La bala le atravesó la pierna fracturándole la tibia y el peroné. Los doctores le dijeron que tuviera paciencia porque lo primero era contener cualquier tipo de infección en el hueso y hasta después de unos días pasaría al quirófano. No paraba de hablar. Hablar lo distraía, lo hacía pensar en cualquier cosa menos en el dolor que sentía. “Sabes, me siento mal porque dentro de 15 días tengo que ir a recoger mi título profesional.”

Alejandro, de 19 años, fue golpeado por un trailer que lo arrojó a una cama del Hospital. Sufrió una sección medular y aunque debe usar un collarín, a ratos se lo quita porque le resulta muy incómodo. En el 2008 murieron 13,069 jóvenes en accidentes de tránsito o asesinados. Tres de los que lograron escapar a esa estadística comparten por unas horas la sala 2 del área de urgencias del Hospital. A pesar de sus heridas platican, se intercambian números telefónicos y escuchan música que viene de algún celular. Víctor quisiera escuchar la canción de Ingrata, Sergio quisiera jugar carambola en el billar donde trabaja y Alejandro, el más afortunado, se olvida un rato de sus nuevos amigos cuando recibe la visita de su novia.